Retomar las clases presenciales podría resultar muy significativo para muchos niños y
adolescentes, sus familias y personal docente, quienes durante casi dos años han contribuido
en la formación educativa dentro de los escenarios virtuales; resaltando las tareas de los
padres quienes han venido complementando las funciones de los docentes, adaptando el
material educativo, la metodología y hasta sus hogares con fines de brindar una educación de
calidad.
No obstante, el nivel superior también se ha visto involucrado en este proceso, siendo los
estudiantes y profesores los principales protagonistas en cada sesión de aprendizaje. Sin lugar
a duda, retornar a clases en la modalidad presencial resulta de vital importancia, siendo los
panoramas en algunos casos alentadores y en otros casos negativos, tomando en cuenta que
algunas instituciones educativas ya han reiniciado sus labores presenciales.
Ante ello, es preciso analizar las ventajas que trae consigo el regreso a las clases presenciales,
destacando, por ejemplo, los espacios de interacción social, los cuales se verán fortalecidos a
través del contacto que los estudiantes generen de manera participativa e interactiva.
Recordemos que, el área social se vio afectada y debilitada, ya que el contacto presencial o
física se vio limitada, siendo la interacción a través de los equipos tecnológicos.
Asimismo, la enseñanza-aprendizaje tendría una repercusión de mayor énfasis puesto que el
estudiante gozará de una mayor interacción con su docente, recurriendo a esta figura para
aclarar ciertas dudas o reforzar sus conocimientos. Del mismo modo, los docentes podrán
mejorar la comunicación con sus estudiantes, informando mejor sus ideas, conocimientos y
opiniones.
Se ha comprobado que trabajar a través de la virtualidad ha permitido que muchas familias
compartan más tiempo juntos. Los padres de familia han podido supervisar de cerca a sus
hijos, aunque no en todos los casos ha sucedido, ya que, también, se han observado padres
desligados de las responsabilidades hacia estos ocasionando desmotivación escolar, lo que ha
permitido se incrementen las dificultades de aprendizaje, y, en algunos casos, se ha
contribuido con la deserción escolar, ya que existen familias que se han visto afectadas
económica, física y emocionalmente.
Durante los últimos meses un porcentaje de la población, incluidos los menores de edad ya
han venido siendo inmunizados con el objetivo de disminuir los efectos adversos en caso
contraigan Covid-19. Es por ello que, varias instituciones educativas han iniciado sus labores de
manera semi presencial, sin embargo, es necesario recordar que existe gran porcentaje, sobre
todo, de niños y adolescentes que aun no han recibido las dosis de la vacuna, situación que
resulta preocupante.
Aunado a ello, no se debe descuidar la salud emocional de los estudiantes, padres de familia y
docentes, debiendo ser orientados y sostenidos emocionalmente ante cualquier eventualidad
que no les permita realizar sus labores de manera efectiva, tomando en cuenta que no sólo el
docente y el estudiante son protagonistas; el padre de familia también formar parte del
fortalecimiento de ello, acompañando a su menor hijo en el proceso, durante el trabajo
preventivo o de intervención, consolidando la comunicación y el interés en las actividades que
los menores realicen dentro y fuera de las instituciones educativas.
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